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Si fuéramos anotando en una hoja todas las cosas que vamos aprendiendo cada día, llenaríamos cuadernos enteros de pequeñas grandes sabidurías.

¡Así que mochilita a la espalda, saquemos punta a los lápices y despejémonos la frente!

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Aprender que uno más uno muchas veces suman tres (o cinco); que sumar esfuerzos multiplica los cambios y que si lo dividimos por cuatro será difícil volver a componerlo; que el trozo del bocata que el amigo te ofrece sabe a gloria, y estar siempre dispuesto a ofrecer del tuyo (entero, si hace falta) aunque nadie te lo pida.

Aventurarse a la palabra, al don de comunicar, al arte de escuchar. Hablar sin necesidad de gritar.

Y descubrir que una sonrisa amplia y sincera es el idioma más sencillo, más fácil de aprender y mundialmente compartido, y, segurameAnte, el más poderoso de todos.

Aprender a dar razón. Dialogar con el corazón. Aprender a pedir. Gozar compartiendo.

Jugar. Divertirte. Soñar.

Cantar. Convertir en canción las fracciones más bonitas, y también las más dolorosas de la Vida y alimentar el alma con cada una de ellas.

Pintar… Sonrisas. Y alegrías. Y flores. Y miradas sinceras. Y manos abiertas.

Llorar sin que te de vergüenza.

Leer lo que está escrito, lo que se esconde detrás, lo que quiso decir aquel que lo cuenta, lo que pudo decir aquel que calló (o lo callaron). Hacerse una opinión. Saber defenderla.

Apuntarse como principales asignaturas a la de la Alegría, la Esperanza… Aprender a equivocarse. Esforzarse para sacar “buena nota”.  Saber suspender (y descubrir que terminaremos sabiendo mucho más…y mejor).

IMG-20180907-WA0003Experimentar cada abrazo como encuentro. Saborearlo. Bailarlo lento. Dedicándole tiempo a la amistad. Y sacarse matrícula de honor repartiendo alegría  siempre que nos salga del corazón.

¡Comienza el nuevo curso!

¡Lánzate! Arriésgate, apuesta en la vida por lo que vale la pena.

¡Lánzate! Apuesta por un nuevo curso que merezca la pena.